sábado, 13 de febrero de 2010

¿OTRA VEZ NOS PERSIGUEN POR APOLOGÍA?


El actual presidente de la república es sujeto de juicio por violación a los derechos humanos, delito que no prescribe jamás. El presidente de todos los peruanos se acogió a la prescripción de sus otros delitos, principalmente económicos, por los cuales no podrá ser juzgado. La fraudulenta compra-venta de los aviones mirages, en contra de los intereses del país, fue enterrada por la prescripción, que es lo mismo que borrón y cuenta nueva. Igual pasó con el escándalo de los dólares MUC, con las cuentas secretas en Gran Caimán, con el banco CCI etc. Nos gobierna un delincuente, pero quien lo alabe o quien magnifique sus actos no incurre en apología del delito. Igual pasa con el ex-dictador Alberto Fujimori: procesado, condenado y purgando prisión, sus admiradores no son sujetos de juicio por apología del delito. Pueden magnificarlo, pintar paredes pidiendo su libertad, protestar ante el juzgado, etc., sin temor a ser acusados de apologistas. No serán procesados,ni tribunalizados, ni citados ni interrogados. No registrarán antecedentes penales ni judiciales, a pesar que magnifican, elogian y justifican a un comprobado delincuente. La justicia peruana puede abrir juicio contra quien escriba un artículo por internet magnificando o justificando a Nestor Cerpa Cartolini, por brindar un ejemplo, y ante la opinión pública aparecería como algo muy lógico, cabal o acertado. Cerpa sí es injustificable, inmagnificable, inapologizable e irrescatable para la historia; al dictador Fujimori le corresponde otro trato porque es un delincuente de distinta categoría. Quien lo alabe comete delito pero no es perseguido, a pesar que la ley penal sea muy clara en condenar cualquier apología para cualquier delito o delincuente, no solo terroristas. APOLOGÍA V.S. LIBERTAD DE EXPRESIÓN Considero que el delito de apología es incompatible con el sistema democrático liberal que dicen defender los derechistas, centristas, apristas, fujimoristas, etc. Si la Constitución vigente -esa que hicieron Fujimori y Montesinos- garantiza el derecho a la libre expresión de las ideas, no es posible que una norma de menor jerarquía se imponga a la ley de leyes diciendo que hay ideas malas e ideas buenas, ideas "expresables" e ideas "inexpresables". Es un absurdo jurídico que atenta contra la jerarquía de la Constitución que naturalmente está por encima de cualquier otra ley. Si la Constitución dice que no hay delito de opinión y una ley de menor nivel dice que sí, obviamente debe prevalecer la primera. Para que persistan acusaciones sobre apología del delito, deberían borrar de la Constitución el capítulo de los deberes y derechos de la persona. COSTUMBRES DICTATORIALES Y EL NEGOCIO ANTITERRORISTA La costumbre que les ha quedado a los fiscales antiterroristas de hacer tabla rasa de los derechos constitucionales y solamente ver por el anteojo del código penal o de leyes especiales, es una vana herencia de la década funesta 1990-2000. A muchos les gustaría retornar a tribunales militares, jueces sin rostro, amenazas contra los abogados, por qué no a la operatividad y pragmatismo del grupo Colina. Prevalece la venganza, el desquite, antes que el estado de derecho o el sentido de la justicia. Pero detrás de todo hay un presupuesto que tienen que justificar. Montar casos terroríficos y nutrirlos de gran despliegue publicitario es una forma de autogenerarse la chamba. Hay que aterrorizar al amplio público, crear carátulas y titulares que abrumadoramente desorienten al masivo lector del quiosco, generar pánico para después decirle a los contribuyentes "aquí estamos para salvarlos". Eso en buen criollo se denomina armar un muñeco, inflar un globo aerostático para confundir a la opinión pública.